jueves, 19 de noviembre de 2015

12 HORAS SIN SMARTPHONE



8 a.m: suena el despertador, empieza el reto y con ello el primer dilema, ¿apago el móvil? ¿lo pongo en modo avión? ¿desactivo los datos de aquellas aplicaciones que me comunican con el mundo para poder al menos, en caso de emergencia, recibir llamadas importantes? Y… tal vez el dilema mas difícil de todos ¿lo dejo completamente encendido y operativo? Ésta última opción tal vez es la más difícil de todas.

9 a.m: he optado por dejar el móvil encendido, en modo silencio y algo lejos de mi vista, por eso de intentar evitar posibles tentaciones. Aunque evidentemente la tentación sigue estando ahí, tan solo llevo una hora sin mirar el móvil y de momento no tengo necesidad de consultar el correo, ni el facebook, ni el whatsapp ni cualaquier tipo de aplicación. Todo va por buen camino. Al menos eso creo…

10 a.m: mal asunto, mi mente ya empieza a pensar en abrir el facebook ¿y si lo miro desde el ordenador? Total, solo va a ser un vistazo rápido, pero no, finalmente opto por dejar cualquier distracción virtual fuera del reto de las 12 horas sin Smartphone, de eso se trata el reto, de estar desconectada 12 horas seguidas, de tratar de sobrevivir y pasa el síndrome de abstinencia sin ese diminuto aparato que nos conecta a todos con el resto del planeta.

11 a.m: Parece mentira la dependencia que genera no solo el Smartphone en sí, sino la necesidad constante de estar conectados en todo momento con todo lo que nos rodea y con todos aquellos que nos rodean. Hay algo de irrealidad bajo esa máscara de virtualidad que pretende derribar espacios y tiempos entre unos y otros. Ya llevo unas tres horas sin móvil y me da por reflexionar. De momento, aunque pienso en cotillear el facebook, mi mente es fuerte y piensa en la parte negativa de estar constantemente con un móvil en la mano.

12 a.m: Ahora ya, a mitad del día, me pregunto qué demonios habrá pasado en el mundo, pocas veces había empezado el día sin saber absolutamente nada de nadie y las preguntas y, por tanto las tentaciones de ir a por el móvil, van en aumento. Ya estaba tardando en aparecer el síndrome de abstinencia, pienso para mis adentros.

1 p.m: Por desgracia tengo todo el día libre, lo cual hace que esto de estar desconectada cueste mucho más, es la una de la tarde un sábado de Octubre de 2015, y aunque debería estar haciendo cosas productivas, el caso es que no las estoy haciendo y me encuentro sin querer, pensando y fantaseando mas de la cuenta con coger el móvil tan solo un segundo. Miro con impaciencia el reloj, pero eso no hace que el tiempo vaya mas deprisa, mas bien todo lo contrario.

2 p.m: Bien, bueno, llega la hora de comer, parece que distraigo la mente mientras estoy preparando la comida, pero las ganas de coger el móvil y chequearlo de arriba abajo me reconcomen por dentro. Hago un balance del día, llevo ya 6 horas sin tocar el móvil, es una proeza que muchos, me digo a mi misma, estoy segura que no hubieran podido llevar a cabo. Eso me proporciona un poco de motivación momentánea, pero casi en seguida empiezo a pensar en desbloquear el móvil y ponerme a darle besos.

3 p.m: La hora de comer es sagrada, así que hago un esfuerzo y dejo de pensar en el maldito móvil...

4 p.m: el mundo parece que sigue girando, he visto los informativos y ya me siento algo menos desconectada del mundo, parece que ahora llevo bien el no tener el móvil cerca y creo que podría vivir sin él. Evidentemente paso por un momento bastante fugaz de poderío mental, pero minutos después sigo pensando en qué cosas me habré ido perdiendo a lo largo del día.

5 p.m: bien, bueno, a estas alturas del día hago un balance y no voy tan mal, aunque he pensado en coger el móvil y hecho en falta alguna de sus rutinas y hábitos, tampoco me ha dado un ataque de nervios por no tener  el smarphone a mano. No pasa absolutamente nada grave por alejarse unas cuantas horas del móvil. Es mas, a veces hasta viene bien hacer una cura de desconexión. 

6 p.m: mi cuerpo ya va notando la falta de internet, la falta de 3g, la falta de la luz de la pantalla brillando ante mis ojos. Me pregunto qué de cosas me habré perdido en tantas horas de ausencia cibernética. Mi mente piensa en el Whatsap, en todo el santo día no he puesto ni un solo dedo sobre el teléfono móvil, pero creo que ya va siendo hora de darme un pequeño premio a mi misma por tantas horas de paciencia y desconexión. Mi dedo se posa sobre el botón central de desbloqueo, en el iphone, las notificaciones de muchas de las aplicaciones que tengo  instaladas, muestran las actualizaciones mas recientes tanto de Whatsapp, como de facebook y email entre otras. Tan solo echo un vistazo rápido y me aseguro de paso, de no haber recibido ninguna llamada importante.

7 p.m: Ya solo queda una hora de reto, no me noto tan impaciente como hace unas horas, el hecho de saber que dentro de poco podré volver a tocar el móvil parece que calma a los leones. Es bastante curioso ese hecho, puesto que ahora que han pasado tantas horas, empiezo a notar como creo que puedo sobrevivir perfectamente con la idea de no tocar el móvil bajo ningún concepto (con el truco de saber que ya el toque de queda se va a levantar en unos 60 minutos, tal vez por eso ya no me cueste tanto pensar en que he estado desconectada todo el día).

8 p.m: Todo en esta vida tal y como ha sido diseñada, crea adicción. No, no es el móvil, no es facebook, ni twitter, ni instagram, ni internet, somos nosotros los que somos unos adictos al Smartphone, al Smparphone y a sus rutinas diarias de consultar en todo momento cualquier notificación que nos aparezca en pantalla. Somos nosotros los que no podemos pasar una hora sin tocar ese amasijo de plástico. Me doy cuenta de que todo en esta vida crea adicción y como conclusión puedo afirmar rotundamente que, mas que el móvil en sí, estas doce horas sin móvil se han hecho un poco cuesta arriba debido a que en los ratos muertos del día, como todos hacemos, nos dedicamos a llenarlos con redes sociales, candy crush, correo, whatsapp, etc, etc. No es tanta la independencia del móvil como aparato en sí y como conexión con el mundo exterior, es el hábito que hay detrás de una simple e inocente acción como puede ser abrir la aplicación de facebook y pasar 10 minutos mirando lo que el resto del mundo publica. ¿De verdad nos interesa lo que el resto del mundo publique en sus redes sociales? ¿de verdad nos apetece estar las 24 horas del día conectados a aplicaciones de mensajería instantánea y estar localizables para el resto del mundo? ¿de verdad somos conscientes de que muchos de los gestos cotidianos que realizamos con el smarphone son producto de unos hábitos con tendencias adictivas? 

Dicho esto, cualquier distracción que despeje nuestra mente del día a día, puede convertirse en adicción, pero si eres capaz de pasar 8 o mas horas sin tan siquiera tocar tu móvil siendo plenamente consciente de ello... respira, no eres adicto al smarphone. En cambio, si no puedes para de actualizar y mirar la pantalla constantemente bueno... al menos no serás un bicho raro, pero...